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El último crimen ha sido el de un anciano de 66 años, Abdul Gani al Rayes, que murió a consecuencia de una insoportable tortura psicológica: la de oír los gritos de su hijo, detenido en el centro de Badii, mientras sufría las peores formas de tortura. Una multitud enorme asistió a sus exequias fúnebres realizadas en la ciudad de Draz, de donde el mártir procedía. La procesión atravesó las calles de la ciudad y en ella participaron representantes de las fuerzas de la oposición, personalidades políticas, activistas pro-derechos humanos y clérigos, entre ellos el más importante: Sheij Issa Qassem. Los manifestantes pidieron la salida de las fuerzas militares de ocupación saudíes y el enjuiciamiento en tribunales internacionales de todos los implicados en crímenes cometidos contra ciudadanos inocentes, incluyendo el del rey Hamad ben Issa al Jalifa. Ellos reiteraron además su demanda de liberación inmediata de los detenidos, entre ellos al activista Nabil Rayab, prometiendo, en nombre de la memoria del mártir, continuar la lucha para alcanzar los objetivos de la revolución. Abdul Gani al Rayes había ido al centro de detención de Draz para investigar los motivos de la detención de su hijo y reclamar su liberación, pero cuando las fuerzas de seguridad le detuvieron y escuchó los gritos de su hijo, cayó abruptamente al suelo y todo intento de reanimarle resultó inútil. Fonte: Al Manar |
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